Otoño. Bosques y caminos alfombrados de hojas. Copas de árboles doradas por el último rayo del sol de la tarde. Y tiempo de castañas. Son innumerables los pueblos de nuestra geografía que preparan de una manera u otra la fiesta de la castaña.
¿De dónde viene la fiesta de la castaña?
La fiesta de la castaña no es más que una mera excusa, ya entrado el otoño, para juntarse los amigos y familiares en torno a este manjar en sus distintas variantes -asadas, cocidas, cubiertas de chocolate…- al calor de un buen fuego y en compañía de vino y todo tipo de embutidos.
Y es que la castaña ha ido unida a la evolución del hombre a lo largo de la historia. Si antes de la llegada de los romanos ya se comían asadas en la Península y de las pilongas se obtenía harina para todo el año, la llegada de la patata y del maíz desde América la desplazaron de lugar de importancia dentro de nuestra dieta.
Sea como fuere, la castaña sigue siendo protagonista en nuestras vidas. De ahí la celebración de esta fiesta que recibe una apelación distinta según la zona, comarca o valle. Así, en Galicia es el magosto, magüestu la denominan en Asturias, magosta en Cantabria, gaztañarre en el País Vasco, tostona en Málaga o calvochá o calbote en Extremadura, por citar algunas de ellas.
¿En qué consiste la fiesta de la castaña?
Se entiende dicho evento como una merienda-cena que se inicia desde bien pronto con la preparación de las brasas para asar las castañas. El vino -sidra o moscatel también suelen ser buen acompañante-, el churrasco o el chorizo sirven de acompañantes a esta particular fiesta que puede extenderse hasta altas horas de la madrugada… En ocasiones la fiesta se acompaña de romerías llenas de jotas, corridos y agarrados amenizadas por tambores, gaitas o panderos.
La castaña. Algo tan nuestro. Algo tan rico.